Desde Vitoria-Gasteiz visitamos las Salinas de Añana que se encuentran en la población de Añana, a poco más de media hora de distancia en coche.
Lo más recomendable para visitar las salinas es sacar la entrada anticipada y así no tener que esperar a una visita donde queden entradas libres. Sobre todo en los meses de más afluencia, que es en verano.
Las distintas visitas guiadas las ofrece la Fundación, que son los encargados de la explotación, conservación, investigación y restauración del Valle Salado.
Nosotros hicimos la visita general al Valle Salado, de 1 hora aproximada de duración y donde te explican muy bien la historia, desde los comienzos hasta la época actual, el modo de extracción y el trabajo artesanal para obtener la sal.
Muy recomendable, cuesta 7 euros y al final puedes usar un pequeño spa salino al aire libre, para pies y manos, donde puedes disfrutar de los beneficios de la salmuera en tu piel.
Para aparcar, lo mejor es continuar por la carretera hasta la otra parte del pueblo, y prácticamente a la salida hay un parking de tierra en frente de la piscina, donde puedes aparcar gratis sin problema.
HISTORIA DE LAS SALINAS
Lo primero es situarnos, y es que las Salinas no se encuentran en la costa o tan siquiera cerca, sino a casi 100 kilómetros de ella.
En las Salinas, a parte de extraer sal en diferentes formatos (líquida, normal, escamas de flor de sal, chuzos, mezclas aromáticas..) se hacen diferentes trabajos.
Uno esencial, de recuperación de las zonas más dañadas por el tiempo y el abandono que sufrió el valle en varias épocas, la última bastante reciente.
Se tiene constancia de que desde hace unos 7000 años se extrae sal en estas salinas, ya que se han encontrado las vasijas que utilizaban, y restos de las zonas donde hacían grandes fuegos para hervir el agua.
Más tarde, en la época romana, se modificó la manera de extraer la sal, utilizando unas especies de balsas delimitadas, donde depositaban agua, esperaban a que se evaporase removiéndola constantemente, y así extraían la sal.
Ese es el método tradicional que se usa actualmente, prácticamente sin ningún cambio, y de forma artesanal.