Sin saberlo ya habíamos cumplido la mitad del viaje y aunque teníamos la sensación de habernos dejado muchas cosas, éramos conscientes que a todo no se podía llegar y que valía la pena disfrutar bien de las zonas visitadas. Es por ello que fuimos directos a la zona de Bonifacio.
Y digo directos porque decidimos sacrificar prácticamente toda la costa oriental y la zona de la Castagniccia. No por tener menos valor, sino por cuestión de tiempo.
El octavo día prácticamente fue un día de traslado desde Corte hasta la zona sur de la isla, la más turística, y donde Bonifacio y sus costas se convierten en los puntos más visitados de Córcega. Eso se nota tanto en el tráfico algo más denso, en la cantidad de gente y sobre todo en los precios.
Durante el trayecto visitamos varias playas que ya nos dejaban prever que esos días serían para el disfrute de auténticas maravillas naturales de costa.
9º día – Bonifacio
Después de una noche relajada tocaba día de playa. Al dormir en la furgoneta madrugamos y llegamos de los primeros al parking de la playa de Rondinara (5 euros costó el parking). Una preciosa bahía de aguas cristalinas y turquesas en medio de un entorno natural.
Al ser una zona turística, como todo lo cercano a Bonifacio, hicimos bien en madrugar para poder disfrutar de esta maravilla sin apenas gente.
Cuando a mitad mañana la playa comenzó a llenarse nosotros nos fuimos en busca de un camping para ese día. Finalmente elegimos el camping Campo di Liccia por su ubicación, comodidades y comentarios en las webs. El precio, para la zona y la época, bastante decente.
Después de descansar un rato y disfrutar de la piscina fuimos a la zona de la playa de Maora, pero por la parte de las piscifactorías, donde puedes ver delfines que se acercan a comer, sobre todo a las 19 de la tarde. ¡Y los vimos!
Estuvimos en la zona del chiringuito Sanck donde tomamos algo y usamos su parking. Esa zona tiene diminutas calitas de agua limpísima perfectas para jugar con nuestra hija.
Día merecido de relax, de playa y de disfrute, sin grandes desplazamientos ni pateos, y con el alojamiento claro desde la mañana. Nos estaba gustando toda esa zona de Bonifacio y alrededores.
10º día – Bonifacio
También tocaba madrugar para poder llegar a uno de esos rincones que, si tienes suerte y te lo curras, lo podrás disfrutar al menos una hora casi sin gente. Y eso, en estos espacios naturales, nosotros lo valoramos mucho.
El objetivo era llegar a Plage du petit Sperone, un auténtico paraíso que bien valió la pena el esfuerzo. Para llegar lo mejor es seguir el GPS, que te lleva a una carretera que muere en el mar, en una zona conocida como Laguna de Piantarellla donde se aparca a lo largo de la carretera. Después, desde la playa, comienzas a bordear hacia la derecha atravesando diferentes playas, rocas y colinas hasta que llegas (20 minutos aproximadamente) a Petit Sperone.
Allí te encuentras con una pequeña y preciosa cala de arena blanca y fina, aguas turquesas, y protegida por las colinas colindantes. ¡Imprescindible la visita!
Seguimos el mismo plan que el día anterior y después de algo más de un par de horas, cuando comenzó a llenarse más la cala, volvimos al camping a comer, un poco de piscina y a descansar. Para ello regresamos por otra zona, por la carretera D260 desde donde hay unas vistas impresionantes a Bonifacio y sus acantilados. Vale mucho la pena recorrerla.
Es como hacer la excursión del barco pero en coche y gratis. Además, puedes aparcar en varias zonas y acercarte andando hasta los cortados. ¡Brutal!
La tarde se la dedicamos a Bonifacio que tengo que reconocer que me encantó. Y eso que ser la zona más turística le resta, y ser una zona tan cara y masificada también. Pero claro, lo es por algo.
Subimos con la furgoneta hasta la zona intramuros prácticamente, y aparcamos sin problema y gratis en la Avenue de la Carotola. Desde allí nos movimos andando, primero hacia el cabo para disfrutar de las imponentes vistas del Mediterráneo, de la isla italiana de Cerdeña y de los imponentes acantilados rocosos que sustentan la ciudad.
Allí podrás por 3 euros, si te atreves y te ves con fuerza, bajar hasta el mar prácticamente gracias a La escalera del Rey Aragón. Una empinada escalera de 187 escalones tallada en la piedra del acantilado que te dejará sin habla.
Después nos adentramos por las callejuelas del casco antiguo donde tiendas y bares lo copan todo. Aun así, un paseo por el barrio es obligado y si tienes suerte podrás, como en toda Córcega, disfrutar de alguna partida a la petanca de los lugareños, a los que si tienes valor, puedes retar.
Imprescindible mirar hacia arriba de vez en cuando y descubrir pequeños tesoros como los arcos de la Iglesia de Santa María la Mayor que solo pueden apoyarse en los edificios cercanos, y las antiguas fachadas con los retretes en los balcones.
El puerto, enclave estratégico en la antigüedad, ubicado al final de una estrecha ría de menos de 2 kilómetros, hizo de Bonifacio una de las ciudades más importantes de Córcega.
Después de pasar la tarde en Bonifacio y hacer algo de compra, volvimos al camping a cenar y a descansar.
11º día – Bonifacio
Ese día madrugamos para recoger y organizar la furgoneta y salir pronto del camping. No estaba planeado, pero aprovechando que Arena se durmió, fuimos de tirón hasta Ajaccio bordeando toda la costa oeste del sur de la isla. Pero esto ya entra en la zona azul, última parte de nuestro viaje.
Pincha en las diferentes zonas para descubrir más de la isla.
- ZONA AMARILLA ( Cap Corse y Saint-Florent )
- ZONA MORADA (1ª PARTE – Bosque de Tartagine )
- ZONA MORADA (2ª PARTE – Corte )
- ZONA ROJA ( Bonifacio )
- ZONA AZUL ( costa oeste )