Travesía en barco Flores – Lombok

Komodo

Como ya expliqué en la entada de Isla de Flores: Wae Rebo, el viaje en barco desde Labuan Bajo a Lombok (con final en el puerto de Kayangan donde nos esperaba un minibús para llevarnos a Sengigi) lo reservamos la noche de antes en Labuan Bajo y nos costó 1,4 millones de rupias sin las entradas a los parques nacionales de Rinca y Komodo, que ascendieron a 261.000 rupias más por persona y que se desglosan en varios pagos: rangers, entrada, trekking y muelle del barco entre todos los pasajeros. Creo que al visitar los dos parques en el mismo día solo pagamos una vez (221.000 en Rinca y 40.000 en Komodo) o al menos eso entendimos. Y si las visitas en días diferentes se paga dos veces.

Komodo
Nuestro barco

Decir que la experiencia fue inolvidable pero puede resultar dura y cansada. Voy a intentar explicarme ofreciendo pros y contras, y así podréis valorar lo que más os interesa.

PROS:

  1. El precio: por 1.700.000 rupias aproximadamente (no llega a 110 euros) lo tienes todo, pero en ese todo se incluyen más cosas de las que piensas: el transporte de Flores a Lombok, 3 noches de alojamiento, pensión completa, visitar los parques nacionales de Komodo y Rinca, nadar con mantas en Manta Point, visitar Satonga Island, GiliMoyo, Pink Beach y demás lugares maravillosos.
  2. Poder bucear en sitios increíbles, disfrutar de una vida submarina inabarcable para la vista, tomar el sol en playas vírgenes preciosas, bañarte en un cráter..
  3. Vivir una aventura como pocas, disfrutar de 3 puestas de sol impresionantes y de la gente local. Al menos nosotros lo pasamos genial con la tripulación del barco.
  4. Te ahorras el vuelo de vuelta, y es un valor añadido ya que hubiese sido el vuelo interno más caro de todo el viaje, rondando los 130 euros.

CONTRAS:

  1. La comida, aunque buena, acaba siendo muy repetitiva y puedes rozar el hastío. Arroz y noodles, verduras y pollo, crepes de banana para desayunar, nunca mejor dicho: sota, caballo y rey.
  2. Los mareos. Es una navegación larga y a partir de la mitad del segundo día se puede catalogar de dura. Ya había leído que en agosto los mares del norte de Nusa Tenggara son moviditos e incluso peligrosos, y en nuestro caso se cumplió. Si a esto le sumas que es la primera vez en realizar un viaje de este tipo, puede llegar a desesperar.
  3. A razón del 2º punto, posibles vómitos y posibles (en nuestro caso fue así) noches sin poder dormir viendo y sintiendo el barco balancearse. Nosotros tuvimos un balanceo tan grande que rodamos literalmente 3 veces de un lado a otro de la cubierta hasta que pudimos agarrarnos a algo, con algunas contusiones y magulladuras como consecuencia para algunos pasajeros.
  4. Se disfruta mucho el primer día y la mañana del segundo, pero luego vienen unas 14 o 15 horas de navegación ininterrumpida que se hacen un poco largas. Al menos en nuestro caso al ir solo 10 pasajeros se llevó mejor, pero imaginar un barco con 25 personas sin poder tumbarte a tomar el sol como pudimos hacer nosotros o buscar un rato de intimidad, se me hace pesado.
  5. El tercer día es un poco más de lo mismo, alguna parada pero demasiadas horas en barco, y el último al menos conseguimos que nos dejasen una hora de snorkel por la mañana antes de llegar a puerto.

Puede que si se hace al revés, desde Lombok a Flores, la sensación sea otra, de menos a más. Primero pocas paradas y muchas horas de barco, para acabar con lo mejor del viaje en los últimos dos días. Con todo mi experiencia fue, como he dicho anteriormente brutal e inolvidable: las sensaciones vividas, los atardeceres, las cervezas compartidas con toda la tripulación, las noches de «disco-ship» que montábamos..

Aunque si algún día vuelvo a Indonesia no lo repetiría, y si estuviese por la zona haría el tour de una única noche, visitando las zonas más especiales y sin sufrir los oleajes ni las interminables horas de navegación.

Komodo
Ocaso

1º DÍA (KOMODO)

A las 8.30 de la mañana ya estábamos por la calle JL Soekarno Hatta para que no se nos hiciese tarde. Sacamos dinero, desayunamos en la Creperia Scooperific y compramos cervezas para amenizar la travesía. En el barco había una especie de arcón grande que aguanta el frío y bastantes hielos que aguantaron bien al menos un par de días. Sobre las 9:30 zarpamos después de sacar lo imprescindible para el viaje y colocar nuestras mochilas grandes en un compartimento debajo de la cubierta, dispuestos a vivir una nueva aventura y a descubrir lugares exóticos, vírgenes y poder ver en activo los dragones de Komodo.

Nuestra primera parada fue para realizar un agradable baño en Kelor Island, donde a parte de ese primer contacto con las aguas cristalinas y la vida submarina, también subimos a lo alto de una pequeña colina desde donde tienes unas vistas impresionantes y desde donde se puede divisar más tonalidades diferentes de azul de las que nunca te has imaginado. Es increíble divisar la gran cantidad de islas y atolones de todos los tamaños que nos rodean, y la inmensidad del agua azul que lo cubre todo.

Retomamos la marcha dirección Rinca para poder ver uno de los animales más espectaculares y longevos de la Tierra: el dragón de Komodo. Se encuentran en libertad en 5 islas, pero solo se pueden visitar Rinca y Komodo que son las más grandes, o al menos eso entendí. Al llegar y ver el parking te haces a la idea de cómo funcionan las cosas en este país, y de la gente que hay en la isla.

Komodo
«Parking» de barcos en Rinca

En esta primera parada es donde compramos las entradas, pagamos el muelle, los rangers que nos acompañaron y el mini treking, 221.000 rupias por persona. Se supone que solo disponíamos de una hora y que nos correspondía hacer el recorrido corto, pero mirando el mapa vi que en el recorrido medio se pasaba por los nidos de los dragones, y con ayuda de otra tripulante francesa presionamos a nuestro guía del barco que nos acompañaba para que hablase con los rangers y pasásemos por ese punto, ya que no era mucho desvío. Al final lo conseguimos, únicamente tuvimos que llevar un ritmo un poco más alto, pero tampoco fue tanto.

En Rinca, a parte de ciervos, búfalos y monos, vimos tres dragones de Komodo. Uno activo pero desde muy lejos y al no estar los rangers todavía con nosotros no pudimos acercarnos, otro cerca de los comedores pero que estaba inmóvil. Durante el paseo vimos otro pequeño resguardado detrás de unos arbustos, pero no era lo esperado. Aunque el paseo fue espectacular y la isla preciosa, y los monos nos amenizaron la visita.

Komodo

Volvimos al barco y nos dirigimos a la isla de Komodo. Salimos los últimos del puerto y cuando llegamos a Komodo casi todos los barcos ya habían zarpado hacia Kalong Island. Al principio nos pareció fatal haber llegado tan tarde, pero luego fue todo un acierto. Al irse todo el mundo el ranger nos ofreció una alternativa, hacer una ruta libre buscando los dragones que bajaban hacia la playa cuando los intrusos abandonan su isla. Y justo ocurrió lo esperado, apareció un enorme macho que estaba activo y que nos deleitó más de media hora con sus movimientos, hipnotizándonos con su lengua viperina y marcando su territorio únicamente con su presencia. Su imponente planta recubierta de escamas hacían de él algo impresionante, más si cabe al verlo en su hábitat libre. Después, apareció su pareja, algo más pequeña y fina, pero de la misma belleza.

Komodo
Dragón de Komodo

Komodo KomodoDespués de casi una hora contemplando a estos longevos habitantes de la Tierra, seguimos el paseo hasta llegar a un mirador para poder disfrutar de las vistas de la isla. El ranger, muy amable nos explicó un montón de curiosidades. La más importante, es que la mayoría de los turistas que viajan en verano a Indonesia se quedan sin verlos ya que junio, julio y agosto son los meses de apareamiento, y suelen adentrarse en la jungla buscando tranquilidad.

Este primer día acabó en la zona de Kalong Island, una bahía tranquila donde los barcos se amontonaban como en un parking de un estadio de fútbol, donde si llegas pronto puedes ver volando a los zorros voladores, un espectáculo impresionante ya que vuelan cientos de ellos y que nosotros no pudimos ver, pero nos dio igual, íbamos a ver a los dragones de Komodo y según el ranger nadie de ese día los había visto. Con ellos nos sobró.

2º DÍA

Esta primera noche la pasamos bien, ya que al estar en una pequeña bahía el balanceo fue mínimo por no decir inexistente. Además, descansamos lo suficiente después de una larga jornada que terminamos con una fiesta improvisada en el barco y que seguro que llegó a los oídos de todos nuestros vecinos.

Después de un generoso desayuno de crepes de plátano recién hechos nos dirigimos a Pink Beach, o Red Beach según al nativo que se pregunte y disfrutamos de un buen rato allí. Primero quiero decir que sí, que la arena se ve rosa, una franja de un metro de ancho desde donde mueren las olas, y donde se acumulan los restos de un coral de la zona que la colorea ligeramente. Pero para nada es lo que había visto y puedes ver en internet, cuando pones en algún buscador Pink Beach. Fotos totalmente trucadas, subidas de color y contraste de manera exagerada que lo único que hacen es engañar. Las fotos que pongo a continuación son tal cual, sin ningún tipo de retoque ni de modificación del color, donde se aprecia el verdadero tono de la playa.

Komodo
Pink Beach

Komodo KomodoDicen que si llegas al atardecer los colores resaltan más, pero dudo que se acerquen a lo que muestran algunas fotos, de todas formas, esto es lo que vimos nosotros. Pero Pink Beach no solo es una parada para ver esta curiosidad, sino para comenzar el día con un buen chute de sol, de aguas cristalinas y de un snorkel a escasos metros de la costa espectacular.

KomodoPuede que estuviésemos más de una hora en esta cala, de nuevo la abandonamos los últimos. Es una de las cosas que más nos gustó de nuestro barco, al ser pocos íbamos muy relajados y la tripulación se amoldaba a nuestras peticiones sin ningún tipo de problema.

La siguiente parada fue Manta Point, un área cercana a la isla de Komodo de 2,5 kilómetros de largo, unos 500 metros de ancho y entre 6 y 10 metros de profundidad, donde las mantas van a «limpiarse». Es una zona con mucha corriente donde cientos de peces pequeñitos se alimentan de las impurezas que las mantas tienen en la piel mientras éstas «planean» por el fondo.

¿Y cómo las íbamos a ver? Pues fue muy sencillo adivinarlo cuando llegamos a la zona. Las tripulaciones y todos los clientes estábamos con ojo avizor desde la cubierta, y a la voz de «Manta» nos lanzábamos al agua sin pensarlo. Un buen salto, colocación rápida de las gafas y a disfrutar nadando por encima de estos impresionantes peces.

El problema es que las fuertes corrientes que para ellas son una pequeña brisa, a nosotros nos exigían un gran esfuerzo. Nadar a contracorriente en alta mar no es sencillo y sí muy cansado, incluso diría que tienes que ser un buen nadador para poder disfrutar bien de la experiencia. Durante una hora estuvimos haciendo 5 o 6 saltos siguiendo a varios grupos de mantas que recorrían una y otra vez el pasaje del «autolavado».

Otro pequeño paseo en barco de una hora aproximadamente hasta llegar a Pulau Caba, una pequeña isla paradisíaca que casi nos amarga el día. Después de lanzarnos al agua llenos de ganas para poder disfrutar de la isla y nadar unos metros hasta la costa, nos encontramos una playa transformada en vertedero, llena de residuos, sobras de comida, plásticos y hogueras mal apagadas.

A nuestro parecer los culpables son los lugareños que, además de ensuciar las costas y los mares tirando plásticos sin reparos al agua, mostraban poco interés cuando les llamábamos la atención por la suciedad. En esta isla podíamos hacer dos cosas, un pequeño pero empinado y duro treking para subir a lo alto de una colina, o hacer snorkel que resultó ser un disfrute, una auténtico jardín submarino con coral de colores que contrastaba con la basura arrinconada en la arena.

Komodo

Después de un buen rato buceando volvimos al barco a comer y a comenzar la primera de las dos largas travesías. Ésta sería de unas 15 horas aproximadamente hasta llegar a Pulau Satonda, al norte de Nusa Tenggara Occidental. La primera parte del viaje fue preciosa, navegando entre medias de infinidad de islas, islotes y atolones, viendo volcanes, tomando el sol y con momentos de auténtico relax. Pero a partir de las 17 de la tarde al salir a mar abierto la cosa cambió, y comenzó un continuo balanceo que no paró hasta el día siguiente. Aun así, después de la cena y de disfrutar de otro precioso ocaso del sol, amenizamos el viaje cantando.

3º DÍA

Amanecemos cerca de Pulau Satonda después de una noche bastante movida y donde algunos, entre ellos yo, tiramos la cena por la borda. Yo pasé la noche en vela gracias al ruido de los motores, incluso con algo de miedo ya que, a parte del balanceo que no fue testimonial, había que añadir el continuo crujir de la estructura de madera del barco. Menos mal que sobre las 4 de la mañana llegamos al punto, echaron el ancla, los motores se pararon y el balanceó disminuyó considerablemente.

Al menos, después del desayuno y viendo la isla frente a nosotros parece que nos recuperamos pronto. Esta vez, con un pequeño bote para 3 personas que llevábamos en el barco y después de varios viajes, desembarcamos todos en una idílica playa con unas pocas casetas de madera donde creo que es posible hospedarse, unas tumbonas y una pequeña tienda.

Pero lo primero que hicimos fue subir unas escaleras para llegar hasta el cráter del volcán, ahora transformado en un enorme lago de agua salada y algo caliente por la actividad subterránea del mismo, cuya salinidad es mayor de lo normal y notábamos  en la flotabilidad. Aunque tampoco es de lo más bonito, así que enseguida volvemos a la costa a bañarnos y tomar el sol. La verdad es que pasamos un buen rato recuperando las fuerzas y haciendo snorkel, de nuevo sorprendente, con infinidad de peces de toda forma y color.

Komodo
Snorkel

Al salir de allí nos toca pagar al dueño de la isla, cosa que no nos hubiese importado de haber estado avisados, pero nos molestó que lo dijesen al final cuando nos íbamos. Era poco, 5000 rupias por visitar la isla y 15000 por hacer snorkel en sus aguas, total un 1,3 euros. Evidentemente lo pagamos, no sin antes quejarnos y discutir con nuestro guía por no haber especificado el pago cuando contratamos.

Continuamos la marcha a Gili Moyo que está bastante cerca y donde volvemos a tocar la costa con el mini bote, aunque algunos preferimos lanzarnos al agua y nadar un poco. La isla, o al menos esa parte es totalmente virgen, aunque de nuevo encontramos algo de basura en playa al ser una zona de parada de pescadores y locales. Nos adentramos en la isla siguiendo una pequeña senda y escasos 10 minutos llegamos a un río con una cascada y unas pozas.

Al principio no nos impresionó tanto, pero después de pasar media hora bañándonos en agua fresquita y dulce fue todo un oasis en la travesía. Además el lugar sí que era especial y tenía mucho encanto. Trepamos un poco por el costado de la cascada ayudándonos de árboles y lianas y encontramos un par de profundas pozas donde bañarnos. Vuelta a la playa y al barco para continuar de tirón hasta Lombok.

Komodo
Baño de agua dulce

Unos cuantos volvimos al barco nadando y ya nos dimos cuenta de que el mar estaba algo bravo, el oleaje había aumentado considerablemente y las corrientes eran fuertes. Los que volvieron en el pequeño bote también lo habían notado. Y fue entonces cuando vivimos el peor de los momento de la travesía, al virar el barco para poder zarpar nos quedamos al merced de las olas, el barco se balanceó de una manera espectacular que hizo que todos los que estaban en la cubierta rodaran de un lado a otro como si de bolas de papel se tratasen.

Yo me salvé del impacto al estar agarrado a un mástil pero pude ver cómo una zona de mar desparecía para volver con fuerza y en forma de ola. Esos 15 segundos y 3 enormes balanceos hicieron que nos quedásemos sin habla un buen rato, mientras veíamos todo el agua que había entrado dentro. La verdad es que fue un momento crítico, tal y como reflejaba la cara de la tripulación y del capitán, de donde desaparecieron las eternas sonrisas que tenían dibujadas todo el día.

De nuevo nos toca una travesía larga y más después de tener que hacer una larga parada para arreglar una pieza del motor. Como estábamos en frente de la isla de la que eran originarios varios componentes de la tripulación, vino una barca a recoger al capitán y lo llevó a buscar la pieza. Uno de nosotros también fue y al menos nos trajo unas cuantas cervezas para compensar la espera. Tocaba navegar de noche para recuperar el tiempo perdido.

4º DÍA

Menos mal que fue la última, porque otra noche igual de movida hubiese sido matadora. Nos levantamos ya prácticamente en Lombok, en una zona con atolones e islotes donde pudimos bucear un rato. Por la noche tuvimos que negociar con el guía ya que decía que no nos dejaba tiempo para bucear, pero como lo llevábamos escrito el itinerario no hubo duda. Nos dejaron una hora, que la estiramos veinte minutos más, y aunque era muy temprano valió mucho la pena. Un snorkel de nuevo precioso disfrutando de la zona llena de vida y enormes corales de colores.

Al llegar al puerto nos estaba esperando un combi que supuestamente nos tenía que llevar a Mataram pero hablando con él conseguimos que nos acercara a Sengigi que nos venía a todos mejor. Allí acabó nuestra gran aventura por los mares de Flores y habiendo visitado la Isla de Komodo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *